Rondaba el año 1999 cuando El Sexto Sentido consiguió conmocionar tanto a la taquilla como a la crítica internacional. Este filme, más que una película de terror, es un thriller psicológico que logra atrapar al espectador según va avanzando su metraje gracias, en parte, a la capacidad de sobrecogerle sin la necesidad de caer en los numerosos sobresaltos que parece exigir este estilo cinematográfico.
Curiosamente es la calma de los acontecimientos la que lleva a la intriga; eso y uno de sus protagonistas: un niño de ocho años aterrorizado por la presencia de espíritus a su alrededor, un papel protagonizado de manera admirable por Haley Joel Osment. Tal fue la repercusión de su actuación que este precoz actor infantil fue nominado a un Oscar, un Globo de Oro y un premio del Sindicato de Actores a mejor actor de reparto. La película, dirigida por M. Night Shyamalan, no fue menos y se hizo con seis nominaciones a los Oscar, incluyendo el de mejor película, dirección, montaje y guión; una candidatura a los Globos de Oro al mejor guión y cuatro a los BAFTA. Sin embargo, a pesar de ser una de las cintas favoritas de aquel año y convertirse en una película de referencia, El Sexto Sentido no logró hacerse con ningún galardón.
Si Haley fue catapultado al estrellato por su estupenda actuación, el prolifero actor Bruce Willis no se quedó atrás haciendo alarde de su gran experiencia ante las cámaras y quedándose con toda la atención del espectador en la parte final de la trama, que sin duda da un vuelco crucial a los acontecimientos. Quizás por esta razón, El Sexto Sentido sea una de las películas que más gente ha visto varias veces, para -una vez conocido el final- lograr entender en su totalidad la sucesión de escenarios con sus distintas interpretaciones.
Por otra parte, esta película es en sí una llamada a la melancolía y un canto a la superación de los problemas. Da miedo por varias razones. La primera es por la posibilidad de un mundo paralelo que no logramos ver, un mundo espiritual, y en segundo lugar está también la realidad que supone la muerte y el riesgo más que probable de que el fallecimiento se produzca antes de poder hacer y solucionar todo lo que la persona en cuestión tiene pendiente en esta vida.
Sin embargo, es aún más desgarrador si cabe el riesgo de equivocación y que este fallo pueda ser tan crucial para otra persona que llegue incluso a ser el objeto de su trágico desenlace. Este es el caso de uno de los pacientes del psicoanalista infantil Malcom (Bruce Willis), que, a pesar de ser tratado por este, siente que su insaciable miedo existencial no se desvaneció tal y como el doctor le prometió. Llevado por la desazón, el joven asalta la casa de su antiguo médico para poner fin a su vida. A partir de este punto, el personaje de Willis tratará de ayudar incesantemente a otro niño con similar conducta y no cejará en su empeño hasta verle feliz. No obstante será el niño quien ayudará realmente al psicoanalista, quien, sin saberlo, posee un mal mayor. Toda una asombrosa vuelta de tuerca que aún hoy sigue asombrando. Por ese motivo esta inquietante historia se convierte hoy en el Hito del Cine de Making Of.
Trailer de la película:
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