Bernardo Bertolucci, a quién se le atribuye cintas como El último emperador o Belleza Robada, vuelve a aparecer en la gran pantalla con su cine excéntrico e intimista. Tú y yo es el título que recibe la última obra del cineasta italiano. La adolescencia, la familia, el crecimiento personal son los temas recurrentes en los que Bertolucci crea sus historia y una vez más los ha vuelto a plasmar en su última película protagonizada por dos hermanastros que permanecen encerrados dentro de un sótano donde tendrán que asumir y lidiar con los problemas que les han dado sus vidas.
Lorenzo es un joven de 14 años, tímido y solitario, que su único fin es huir de la sociedad y poder así disfrutar de su soledad la mayor parte del tiempo. Es por este motivo por el que acude a la ayuda de un psicólogo. Para que sus padres se queden tranquilos, Lorenzo les hace ver que muestra mejoría gracias a su tratamiento y decide marcharse de excursión con sus compañero de escuela pero finalmente organizará un plan para ausentarse, y se quedará durante una semana que dura la excursión en un sótano ubicado en el mismo edificio donde él vive junto a su madre.
Olivia es la hermanastra de Lorenzo. Olivia detesta a la madre de Lorenzo por considerar que le ha robado a su padre. Es considerada la bala perdida de la familia. Nadie apuesta nada por ella. Fue una prominente artista cuyo futuro depararía en el mundo de las drogas. Olivia encuentra a Lorenzo en el sótano cuando va a buscar sus cosas. Allí convivirán durante varios días, donde desnudaran su alma, tratarán de limar sus asperezas y cada uno aprenderá algo del otro o por lo menos es lo que nos intenta hacer ver Bertolucci pero creo que no ha marcado bien el objetivo esta vez dado que el desenlace puede tener diversas interpretaciones tanto negativas como positivas por lo que creo que la deconstrucción de personalidades se ve confusa.
Bertolucci narra una historia sobre la deconstrucción de la juventud que se señala a sí misma con el dedo como contradictoria, asumiendo que dicho estadio de rebeldía es aquel que dicta nuestro yo interno y contra el que tenemos que enfrentarnos en caso de controversia en nuestras decisiones. Este clima, recurrente en el cine de Bertolucci, actúa como artefacto dramático que logra una gran variedad de matices psicológicos a los ademanes y actitudes espontáneas injustificadas de sus creaciones más identificativas. La mayoría del metraje transcurre en un oscuro sótano, lo que proyecta una atmósfera muy intimista. Eso sí. Pero esa intimidad que ha querido compartir con sus espectadores no llega a ningún puerto. La acción se desarrolla, en gran medida, dentro de un solo escenario, reducido y oscuro, en el que la acción es teatralmente limitada, dejándose llevar por las histerias espontáneas de los adolescentes. El carácter de inmovilismo narrativo nos hace creer que ni la película ni los personajes van a algún sitio. Y así es.
Lo mejor de la película es que Bertolucci le ha dotado de una notable banda sonora, donde sobresale una excelente canción de David Bowie que él mismo adaptó al italiano: Ragazzo solo, Ragazza sola, y que pone melodía a una de las escenas más emotivas del film.
Quizá mis expectativas en Bertolucci tras su regreso hayan sido muy elevadas y de ahí mi decepción. Pero desde mi modesta opinión considero que nos encontramos con una obra menor que forma parte de una filmografía de grandes obras.
Nota Making Of: 5
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