22 jul 2011

'La lista de Schindler', de 1993

Cartel de la película La lista de Schindler

La lista de Schindler, desde su concepción, estuvo rodeada de un gran respeto y consideración por parte de todos los trabajadores del cine que tuvieron la oportunidad de trabajar en ella. El espinoso tema del Holocausto ya se había tratado en muchas ocasiones tanto en cine como en televisión, aunque seguramente nunca antes se había llevado a una escala semejante y por parte de uno de los considerados mejores directores de Hollywood. Y como era de esperar de un rodaje tan grande, hubo en el camino multitud de anécdotas.

Ésta iba a ser una película diferente pues no sólo iba a mostrar los horrores nazis sino que también iba a presentar el lado contrario, la historia de un alemán, Oskar Schindler, que va más allá del propio personaje, pudiendo ser cualquier héroe anónimo de aquella época, que se arriesgó y ayudó a varios miles de judíos a escapar de los hornos de Auschwitz.

Imagen de la lista
Todo comenzó con Leopold Pfeffeberg, uno de los judíos del señor Schindler, quien había recopilado toda clase de documentos sobre el empresario y sobre su famosa lista. Pfeffeberg trató durante años de interesar a productores, guionistas o directores para que rodaran la historia de Oskar Schindler aunque sin éxito. Hasta que en 1980 entró en su tienda de Beverly Hills el escritor Thomas Keneally. Cuando Pfeffeberg se enteró de que Keneally era escritor, le llevó a la trastienda donde le enseñó todos sus archivos y trató de convencerle para que escribiera un libro sobre la lista de Schindler, y éste aceptó.

Sid Sheinberg, un capo de la Universal Pictures, compró los derechos de la historia sabiendo que sería perfecta para su amigo Steven Spielberg. Aún pasaron varios años hasta que el director se decidiera a hacerla, y en el camino fueron varios los que se interesaron por la historia de Schindler. Billy Wilder se interesó en llevar La lista de Schindler a la gran pantalla, y cuando se enteró de que los derechos ya los poseía Spielberg ambos directores hablaron sobre el proyecto. Si los dos hubiesen rodado la película él mismo dice que habría sido muy diferente. Lo cierto es que Wilder finalmente decidió abandonar el proyecto y se limitó simplemente a ver la película en uno de sus primeros pases y a alabar a Spielberg.

Consideró que un director judío era ideal para dirigir el proyecto. Roman Polanski, quien había sido un superviviente del gueto de Cracovia y había perdido a varios familiares en Auschwitz, no se consideró preparado entonces para asumir un reto con una trama que le tocaba tanto, por lo que rechazó también la propuesta de Spielberg. Spielberg decidió ponerse tras las cámaras y con más ganas tras comentarios de directivos en Hollywood del estilo de "es mejor que hagas una donación en vez de gastar nuestro tiempo y dinero en una película deprimente".

Fotograma de La lista de Schindler

Tras tomar la decisión de rodar la película en un dramático blanco y negro, la producción se trasladó a Polonia para tratar de rodar el film en escenarios auténticos. Todos parecían ver en La lista de Schindler algo más que una simple película, y el propio Spielberg declaró en más de una ocasión que se sentía como si estuviera rodando un legado más que un film de Hollywood. El genial director decidió no llevarse dinero por el rodaje de la película, y cedió toda posible recaudación a la Fundación Shoah, que se encarga de preservar testimonios de supervivientes de genocidios como el Holocausto.

Al no obtener el permiso para rodar en Auschwitz, construyó una réplica al otro lado del puente que lleva al campo de concentración, por lo que durante un tiempo dos siniestros campos se levantaron en el lugar. Se buscaron miles de ropas de los años 30 y 40 por toda Polonia para vestir a los actores. En definitiva Spielberg no cejó hasta lograr la mayor verosimilitud posible, creando para ello la película en blanco y negro más caro de la historia del cine.

En lo que respecta al reparto hay como siempre nombres extraños o curiosos que se barajaron para interpretar a los personajes principales. Spielberg no quería grandes estrellas, sino más bien gente desconocida que no interfiriera con la historia que se estaba narrando. El director tuvo en mente durante la mayor parte del tiempo para interpretar a Oskar Schindler nada más y nada menos que a Alan Thicke (de la serie Los problemas crecen). Supongo que sus razones tendría pero la verdad es que suena algo bizarro. También se pensó en el suizo Bruno Ganz quien, años más tarde, curiosamente hizo de Hitler en El hundimiento (2004) aunque finalmente el papel fue a parar a Liam Neeson quien demostró estar a la altura de las circunstancias.

Fotograma de La lista de Schindler

Para interpretar al sádico Amon Goeth se pensó en actores como Tim Roth (Reservoir Dogs, de 1992, Pulp Fiction, de 1994), pero finalmente se llevó el papel el entonces desconocido Ralph Fiennes (Voldemort en la saga de Harry Potter), atraído por su aire de belleza malvada y decadente. Dicen que el actor engordó a base de beber cerveza Guinness para encajar mejor en el papel, pero lo que sí es cierto es que su terrible frialdad resulta impresionante en la pantalla de cine. De hecho, durante el rodaje, cuando Fiennes fue presentado a una de las supervivientes del campo de Plaszow ésta comenzó a temblar por el parecido diabólico que guarda con el auténtico Goeth. El siempre eficiente Ben Kingsley quedó magnífico como Itzhak Stern, el ayudante de Schindler.

Fotograma de La lista de Schindler

Evidentemente la sensibilidad que desprende La lista de Schindler es enorme, es inevitable sentirse más o menos afectado por una historia que uno sabe que es real. Con todo, es preciso dejar constancia del gran trabajo que hizo Spielberg, sin caer en exceso en el melodrama, algo que hubiera sido muy fácil tratando sobre una historia semejante, y más conociendo la tendencia del director a sobrepasarse en los momentos más dramáticos de sus películas.

Cualquiera que ame el film tendrá sus momentos favoritos, pues son tantas las grandes y pequeñas historias que se relatan en la película, sean emocionantes o terribles, que seguramente cien personas podrían elegir cien escenas diferentes.

Pongamos por ejemplo el largo acto de la limpieza del gueto de Cracovia. En principio eran unas escenas que iban a ser mucho más largas y tensas, aunque finalmente el director decidió recortar su duración. Aun así durante varios minutos uno se queda en suspenso preguntándose quién será descubierto y quién no, mientras de una forma magistral Spielberg nos lleva por todo el guetto mientras los judíos son trasladados o simplemente acribillados. Todo el acto culmina con esa casi onírica imagen de la niña con el abrigo rojo, solitaria y perdida que destaca en medio de la terrible realidad en blanco y negro.

Fotograma de La lista de Schindler

Tras el estreno de la película varias fueron las interpretaciones de aquella extraña niña con un abrigo en color que poco después fue asesinada. Lo cierto es que esa niña existió y, al contrario que en la película, sobrevivió a la guerra.

Excelente adaptación la del retrato inicial de Schindler como un aprovechado mujeriego que comienza a amasar una fortuna aprovechando el estado de guerra y que logra sus objetivos mediante contactos, sobornos y sobretodo un gran carisma personal. Asistir a todo el proceso que lleva a su empresa a ser tenida en cuenta por el ejército es fascinante.

Especialmente oscuros son los momentos narrados en el campo de Plaszow, donde evidentemente destaca el sangriento Amon Goeth, que dispara a prisioneros por placer, y cuyo megalómano retrato psicópata culmina en la escena en que Schindler le relata lo poderosos que eran los emperadores romanos al saber perdonar.

Muchas escenas son destacables pero uno de los mejores momentos es la escena final de la película en la que Schindler se derrumba y se culpa por no haber podido salvar a más judíos.

Si alguien no la ha visto recomiendo su visionado ya que La lista de Schindler no sólo es una gran película sino que, además, es un documento histórico que sirve como complemento a documentales sobre el Holocausto.

No olvidéis: "Quien no conoce su historia está condenado a repetirla".



Premios Oscar 1993:

-Ganados
  • Mejor película
  • Mejor dirección: Steven Spielberg
  • Mejor guión adaptado: Steven Zaillian
  • Mejor fotografía: Janusz Kaminski
  • Mejor banda sonora: John Williams
  • Mejor montaje: Michael Kahn
  • Mejor dirección artística: Allan Starski y Ewa Braun
-Nominados
  • Mejor actor principal: Liam Neeson
  • Mejor actor de reparto: Ralph Fiennes
  • Mejor vestuario: Anna B. Sheppard
  • Mejor maquillaje: Christina Smith, Matthew W. Mungle y Judith A. Cory
  • Mejor sonido: Andy Nelson, Steve Pederson, Scott Millan y Ron Judkins

Globos de Oro 1993:
-Ganados
  • Mejor película de Drama
  • Mejor dirección: Steven Spielberg
-Nominados
  • Mejor actor principal de Drama: Liam Neeson
  • Mejor actor de reparto: Ralph Fiennes
  • Mejor guión: Steven Zaillian
  • Mejor banda sonora: John Williams

1 comentario:

  1. Esta pelicula me parece maravillosa y ciertamente conmovedora. Muchas de sus escenas son impactantes.

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