16 mar 2014

¿Quién no ha visto 'Sister Act 2'?


¿Recordáis a esa cantante de cabaret que decidió refugiarse en un convento de monjas para evitar ser asesinada? Os estoy hablando de la interpretación de Whoopi Goldberg en Sister Act. En esta primera parte la actriz enseña a sus compañeras monjiles a cantar y en la segunda entrega el adiestramiento recaerá sobre un grupo rebelde de adolescentes. 

Aunque esta película  también comienza con la hermana Mary Clarence (Whoopi Goldberg) como corista en Las Vegas, se verá obligada, de nuevo,  a desplazarse a la escuela Saint Catherine para ayudar a sus amigas, las monjas, a evitar que cierren la escuela. Sin embargo la labor que le encomienda a la corista en esta ocasión es mucho más complicada que la vez anterior. Ahora es la encargada de educar la voz de un grupo de jóvenes contestones para así poder concursar en el torneo nacional de música y en consecuencia evitar el cierre del colegio. 

Al principio los alumnos no se sienten atraídos ni por el plan, ni por la música ni por nada, pero de repente se dan cuenta que es lo único que tienen para entretenerse y para ser reconocidos. Es por ello que ponen gran empeño en superar satisfactoriamente las pruebas musicales que la hermana Mary Clarence les pone en el camino. 

Todo va bien hasta que la joven que tiene la mejor voz es obligada por su madre a abandonar el coro. Esto sucede a pesar de que la niña insista a su madre y le cante a los cuatro vientos que su sueño es cantar. Sin embargo, la madre considera que cantar no es una profesión de futuro. La situación llega hasta tal punto que la hermana Mary Clarence visita a la madre de la joven para pedirle que la deje volver pero ésta no cede. 
                                  
Finalmente cuando llega el día del viaje  hasta el lugar del evento, la joven decide actuar sin la aprobación de su madre  y se embarca con sus compañeros en esa gran aventura. 


Una vez en Hollywood de nuevo vienen las dudas de estos jóvenes cantantes de gospel, sobre todo tras ver las demás actuaciones y las togas que llevan. Pero Mary Clarence, una vez más, levanta la moral de los chicos diciéndoles que salgan al escenario a disfrutar y vestidos como quieran, sin túnicas ni otro tipo de protocolo. La verdad es que este último consejo de la corista de Las Vegas le viene que ni pintado a los alumnos de Saint Catherine. La confianza con la que actúan y el sentimiento con el que viven la actuación los lleva a ganar el campeonato y evitar que la escuela cierre. 

Después de 20 años de su estreno es un musical un tanto previsible, pero eso no quita que su acercamiento al público más joven fomentara su acogimiento. Es por ello que la recaudación que se obtuvo de ella fue más que satisfactoria. 

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