A mediados de los 80 llega a las pantallas la obra maestra
del director Milos Forman, Amadeus.
En ella se nos cuenta la vida de Mozart desde la perspectiva de su gran rival,
Salieri. Ambos, eran grandes compositores de éxito, pero Salieri siempre sintió
celos del don que tenía Mozart a pesar de su corta edad y de su loca manera de
ver la vida.
Tom Hulce, en su papel de Mozart borda, en cada momento, lo
sublime y la perfección en una caracterización nada sencilla. Por su parte, el
encargado de dar vida a Salieri, Murray Abraham, eleva el amor a la música
hasta límites insospechados, y es capaz de crear en el espectador la sensación
de intolerancia y de incomprensión ante el músico que estaba en contra del gran
compositor Mozart.
Pero sin lugar a duda, para que éste conflicto esté
compensado, se necesitan dos pilares indispensables: amor y cordura. Ésos son
los aspectos que caracterizan a Elizabeth Berrige (Constanze Mozart) y Roy Dotrice
(Leopold Mozart), esposa y padre Mozart respectivamente.
En ésta obra, se funde en un solo proyecto realidad y
ficción, una leyenda romántica que escapa, en ciertos aspectos, de los hechos
reales. Es esa lucha entre ambos músicos algo que, históricamente, no está
confirmado pero que, sin duda, ayuda a dar un punto mayor de dramatismo a un
trabajo que, de por sí, ya cuenta con los elementos necesarios como para
mantener en vilo al público durante las casi dos horas y media de película.
En los Oscar de 1984, Amadeus se llevó los grandes
galardones, convirtiéndose en la película del año, incluso con el detalle de
tener dos actores luchando por una estatuilla en la misma categoría (Mejor
actor):
- Mejor película
- Mejor director
- Mejor actor (Murray Abraham)
- Mejor guión adaptado
- Mejor dirección artística
- Mejor diseño de vestuario
- Mejor maquillaje
- Mejor sonido
También fue ganadora de cuatro Globos de Oro:
- Mejor pieza teatral
- Mejor puesta en escena
- Mejor actor
- Mejor director
¡Por favor, qué falta hacía esta película en los HITOS DEL CINE! No se si podría catalogarse de obra maestra; pero desde luego es una de estas películas de las que, independientemente de los años que pasen desde que la hayas visto, recuerdas sus pequeños detalles. Como la insoportable risa de Mozart o la escena en la que el Réquiem toma forma... ¡Enhorabuena Adrián!
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