29 sept 2012

'Ciudadano Kane' (1941), de Orson Welles

Esta semana os presentamos una de las películas para periodistas debido a su lenguaje, es nuestro HITOS DEL CINE. Welles, casi sin proponérselo, hizo una dura denuncia de la penosa praxis de los periodistas, de la falta de escrúpulos de sedientos empresarios que olvidan que el periodismo es un servicio al ciudadano con el fin de obtener más dinero a través del falseamiento o maquillaje de la realidad o de la creación malévola de opinión pública. Saben que las personas se suelen creer todo lo que los medios les diga, y a través de ellos quieren manipularlos para que piensen como ellos.

Ciudadano Kane es una biografía, la de un personaje público que muere pronunciando una enigmática palabra con sus labios. A partir de la investigación de un periodista, que trata de averiguar el significado de la palabra misteriosa, se reproducen una serie de pequeños recuerdos sobre la vida de Kane de las personas más cercanas a él, los cuales dibujan un retrato más bien difuso de la personalidad del magnate. El periodista se dedica a buscar la verdad mediante estas entrevistas.

Cinco narradores se encargan de desnudar el personaje de Kane a través de flashbacks sin conseguirlo: Thatcher, Bernstein, Leland, Susan y el mayordomo. Antes de éstos, un noticiario cinematográfico que informa de la muerte de Kane ayuda al espectador a situar los hechos y personajes que a continuación serán narrados. Lo más paradójico de la película es que ninguno de los personajes logra aportar luz al misterio, y sólo el espectador conocerá al final de la historia, su amargo secreto, el verdadero significado de Rosebud. Aún así, Kane es un personaje lejano para el espectador. El distanciamiento del actor hacia su propio personaje es una de las características del estilo de Welles, tanto en su labor como director y actor teatral como cinematográfico. La dama de Shanghai (1948) es uno de los ejemplos posteriores que más críticas recibió en cuanto a este estilo interpretativo. Pero el cine funcionaba como fuente de evasión, y la gente necesitaba en aquellos momentos sentirse identificada con unos héroes más o menos estereotipados a los cuales poder amar u odiar. Kane era demasiado complejo y distante y su alma era demasiado sombría y extraña para poder ser comprendida y compadecida.

Imagen de 'Ciudadano Kane' (1941) de Orson Welles. Una película para periodistas. Making Of. Cine


Además del personaje de Kane y la difícil empatía hacia él, había en el film muchos otros aspectos demasiado innovadores para ser valorados en su justa medida. A Welles le gustaba jugar con la capacidad de anticipación del espectador. Ciudadano Kane tiraba a la basura cualquier previsión sobre el desarrollo de la trama. Con un inicio que más tiene que ver con las películas de misterio que con un retrato biográfico, el film utiliza un discurso inicial que hacía prever el desarrollo de una trama convencional de suspense. De repente, y una vez Kane muere y pronuncia su último suspiro, un noticiario cinematográfico inunda la pantalla de luz y dinamismo, contraponiéndose a la iluminación y a la estética expresionista inicial y sacudiendo al espectador en su butaca. El público se veía obligado a resituarse y puede que este esfuerzo no guste demasiado. Tras el estilo vertiginoso y claramente influenciado por los informativos cinematográficos y, sobre todo, por el medio radiofónico, el cual Welles conocía a la perfección, el noticiario que había roto con el misterio inicial se rompía a su vez de manera no menos violenta y dejaba la pantalla en blanco, dejando al descubierto entonces que se trataba de una proyección dentro de la propia del film. Se producía pues una metalepsis, en la que el discurso anterior se convertía en una doble ficción, para el espectador real y también para unos espectadores ficticios que dentro del film, asisten a la proyección del noticiario. El colmo se produce cuando, tras este caótico planteamiento, el desarrollo de la acción discurre a través de una serie de flashbacks que no aportan apenas nada en la investigación del pobre periodista.


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