20 jul 2012

Michelangelo Antonioni

Esta semana tuve la oportunidad de escuchar una conferencia del profesor Víctor Stoichita, un prestigioso historiador del arte, sobre la película Blow up. Fascinada por las ideas allí presentadas acerca de la forma en la que el director de la película conseguía aunar teorías estéticas, cine y fotografía no se me ocurrió nada menos que preguntarle a mi compañera de fila sobre quién era aquel. Horrorizada ante semejante pregunta, decidió darme una breve introducción cinematográfica a algunos clásicos del cine que a ella le habían gustado especialmente. Así es como ha llegado al FILMA2 de esta semana el maestro Antonioni, para todos aquellos curiosos que, como yo, aún tienen mucho que aprender.

Michelangelo Antonioni (1912 - 2007) casi como un intelectual del Renacimiento, fue un pintor, escritor y cineasta italiano. Estudiante de Economía en Bologna, decidió cambiar las estadísticas por el séptimo arte y se marchó a estudiar a los conocidos estudios de Cinecittà. Sus primeras obras se caracterizan por la crítica velada en forma de melodrama de la burguesía. De esta época se destaca especialmente su película El grito, en la que sin salirse de un estilo que ya empezaba a ser característico, aborda los problemas de las élites desde el punto de vista del mundo obrero. En ella, además, se aprecia perfectamente el problema de la incomunicación humana que tan presente estará en las obras más galardonadas del director. La noche y El eclipse fascinaron al público europeo, y también a la crítica, que le otorgó por la primera el Oso de Oro y el Premio especial del jurado de Cannes por la segunda. 

Después de semejantes obras, que muchos consideran las más representativas del cineasta, llegó la etapa del color con El desierto rojo. Si bien con ella se hizo con el León de Oro, ha sido por Blow Up, película basada en el relato de Julio Cortázar Las babas del diablo por la que es especialmente conocido. En ella narra, haciendo un juego de palabras con el título de la misma, que hace referencia a la explosión de una burbuja pero también a la ampliación en fotografía, el descubrimiento de un asesinato. No obstante, pese a su fama internacional, la simbología que le quiso dar Antonioni, difiere de la intención de Cortázar, como el mismo director reconoció tras su estreno. 


En los años que siguieron, el artista se vio envuelto en un bloqueo creativo del que difícilmente salió, aunque cabe destacar El pasajero. Ya en sus últimos años se embarcó en proyectos ambiciosos pero arriesgados que no dieron muy buen resultado. Galardonado con el Oscar Honorífico en 1995, Antonioni siguió rodando hasta los 91 años, y tiempo después falleció en Roma, siendo el responsable de una extensa producción cinematográfico entre la cual se encuentran algunos títulos clásicos y representativos de la historia del cine europeo.


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