Ayer, Sábado, fue noche de cine (la crítica de Anna Karenina os espera en breve en MAKING OF...) y cómo suele suceder en estos casos, acabamos haciendo un resumen de nuestros respectivos 'Top Ten'. El mío, como no podía ser de otra manera, tenía entre sus filas el que para muchos es el mejor trabajo de Sofia Coppola hasta el momento: Lost in Translation. La película, éxito de crítica, se alzó con el Oscar al Mejor Guión Original, y Scarlett Johansson, cuya interpretación es una de las más delicadas de su filmografía, se hizo con el BAFTA a la Mejor Actriz. A ésta delicia dedicamos los HITOS DEL CINE esta semana.
El cartel de la película ya es, de por si, sugerente. Una cama de un impersonal hotel del centro de Tokio sobre la que se sienta un solitario y acabado Bill Murray nos anticipa una historia sutil y sencilla, pero auténtica. La huella de Coppola es innegable: diálogos austeros, pequeños detalles que dotan de sentido a la trama, grandes espacios excesivos y acelerados que no señalan sino el aislamiento en que se encuentran los personajes... Y en este contexto se encuentran, por casualidad, un actor maduro venido a menos que viaja a Japón a rodar un anuncio de whiskey, Bob Harris (Murray), y una recién graduada en Filosofía, Charlotte (Johansson), que acompaña a su marido en uno de sus proyectos como fotógrafo.
En el bar de un hotel de lujo, fruto del insomnio, inician éstos peculiares personajes una historia, de esas que no pueden describirse con palabras. La soledad, las crisis existenciales, el matrimonio, el futuro incierto y los choques culturales entre sociedades tan parecidas en un aspecto y tan divergentes en muchos otros como son la americana y la japonesa serán los temas que, siempre a altas horas de la noche y en los ambientes más extravagantes conformarán las breves pero intensas conversaciones entre Charlotte y Bob, dos sombras perdidas en un Tokio tan extraño a los personajes como ellos mismos.
A pesar de la desorientación que envuelve no solo las circunstancias, sino a la propia vida de Bob y Charlotte, hay espacio para el amor, o al menos para un momento de conexión especial entre ambos, que permite una profundización en las emociones y en esas pequeñas cosas capaces de tirar abajo todo aquello que creen que constituye su vida tal cual la comprenden. La banda sonora no hace más que potenciar el desarrollo de una trama que se mantiene en tensión y que ofrece una visión del amor y las relaciones interpersonales contrarias a una idealización de las mismas y fuertemente marcadas por la alienación de algunas sociedades contemporáneas.
Lost in Translation es la historia de un momento, un instante de amor fugaz y de derrumbe existencial que se resuelve en unas palabras inaudibles para el espectador en una calle concurrida del centro de Tokio. Lo demás, queda para la percepción de cada cual...
Excelente entrada. Cada vez lo haces mejor.
ResponderEliminarDios, peor película no he visto
ResponderEliminarGracias Anón 08:54, comentarios como ese ayudan a seguir con los proyectos con más entusiasmo si cabe ;)
ResponderEliminarAnón 17:52, me encantaría leer qué es lo que pone a 'Lost in Translation' entre las peores películas que has visto, ¡de verdad! Un poco de debate se agradece.