Super 8 llegó a la gran pantalla con la promesa de estar más cerca del cine de finales de los años 70 y principios de los 80 que del cine actual y, ciertamente, tenemos que darle la razón.
El film se desarrolla en un pequeño pueblo de Ohio, durante el verano de 1979. Un grupo de chavales está rodando una película de zombis en super 8 y una de las secuencias se graba en las vías del tren. En pleno rodaje son testigos de cómo un tren descarrila y la criatura que transportaba el ejército escapa de uno de los vagones. Posteriormente tienen lugar una serie de desapariciones y hechos extraños y el grupo de amigos comienza a sospechar que lo ocurrido no fue un accidente. La policía investiga el suceso y finalmente, todos se ven envueltos en una terrorífica aventura.
Durante el film es inevitable acordarse de otras películas de un Spielberg más joven como E.T. el extraterrestre, Encuentros en la tercera fase y Parque Jurásico ya que hay muchas pinceladas de ellas, algo que puede sorprender puesto que en Super 8 Steven Spielberg sólo ejerce de productor, dejando las riendas a J. J. Abrams, el director.
Los espectadores que en los 80 eran lo suficientemente mayores para poder recordar las pinceladas de la época pueden llegar a sentir la nostalgia por ese tipo de cine al visionar el largometraje. En este sentimiento juega un papel muy especial el grupo de niños que, sin duda, nos recuerda a las pandillas que todos hemos tenido durante la infancia.
Los efectos especiales quizá sean un poco pobres si los comparamos con los de otras producciones del panorama cinematográfico actual pero creo que, precisamente por eso, es fácil que el espectador crea que realmente la historia que le cuentan a través de la gran pantalla ocurrió en 1979 y no en 2011.
En definitiva, Super 8 es una cinta entretenida, sincera y emotiva que recupera ese cine de los 80 que hizo soñar a tantos y que ahora, en 2011, hace recordar a muchos.
Nota Making Of: 7,5
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