15 jun 2013

Festival de Málaga: '15 años y un día', correcta


15 años y un día llegó esta semana a las salas españolas, después de alzarse con la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga 2013. Todo un éxito de taquilla, solo superado por Combustión, es difícil no caer en los tópicos hablando de ella. Sin embargo, la película de Gracia Querejeta es la historia de una vida, de una familia, de la importancia de las complicaciones cotidianas. Detrás de ello, está el amor que prevalece por encima de todo, las dificultades comunicativas de las relaciones interpersonales y la lealtad que se esconde hasta en los actos más inesperados.

Las relaciones parternofiliales es el tema clave del cine de Querejeta desde Cuando vuelvas a mi lado (1999) hasta Siete mesas de billar francés (2007). La cineasta ha tratado desde el principio quitar el velo a las relaciones impuestas por la vida donde nuestra capacidad de elección queda anulada. En esta ocasión, es el desconocimiento de los propios hijos y los valores de bienestar que parecen esconder una red de mentiras cuyo mantenimiento es un precio demasiado alto son las que dotan de sentido a la trama. 15 años y un día refleja a la perfección este conflicto.


Querejeta dispone de manera conveniente en su guión, coescrito junto a Santos Mercero, todos los matices para que su película termine resultando una obra magníficamente narrada, pulcra y sin altibajos en el ritmo. Eso y una puesta en escena prácticamente transparente, que reposa confiada y sosegadamente en el trabajo de los intérpretes, dan de sí una cinta que, además, tiene el don de no cargar las tintas demasiado en el componente dramático de la historia y es que, a pesar de que éste sea completamente omnipresente en el último tercio del metraje, el tono de 15 años y un día jamás se desmarca de ese aire de liviano optimismo, influenciado por la luminosa y transparente fotografía de Juan Carlos Gómez, que recorre toda la cinta desde su inicio a medio camino entre la comedia costumbrista y el melodrama familiar y que influye incluso en las escenas de carácter más policial. 


Paradojas del destino, es precisamente esta levedad tonal lo que echa al traste el alcance último de la película ya que a pesar de ser una película brillante desde el punto de vista técnico y estético, Querejeta no logra emocionar a un espectador empático con la temática pero que no logra conmoverse con la historia en su conjunto. Los esfuerzos de Maribel Verdú, Belén López y Tito Valverde no consiguen salvar una película que, por otra parte, es de las mejores del cine español de este año. No es para todos los públicos, pero, sin duda, deja un buen sabor de boca.

Nota Making Of: 7

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