Cuando un libro atrapa al lector y no lo suelta hasta terminar sus últimas páginas, cuando se siente parte de la historia y se imagina detalladamente lo que está escrito en cada párrafo o cuando sueña con poder vivir esas trepidantes aventuras... es entonces cuando se cae en la cuenta que, de alguna forma, la historia de Bastian, un niño que se esconde en horas lectivas en el desván de la biblioteca de su colegio para leer un libro titulado: La historia interminable, está más viva que nunca.
La historia interminable (1984), adaptación cinematrográfica que el director alemán Wolfgang Petersen (Troya - 2006) hizo del libro de Michael Ende publicado en 1979, cuenta la historia de un mundo paralelo al nuestro que vive de las fantasías humanas, de los sueños y esperanzas de la humanidad. Un lugar que no tenía fronteras y que, sin embargo, está a punto de desaparecer comido por la "nada", el vacío. Cada parte de ese reino, cada criatura y también la emperatriz infantil, se perderán en el olvido si los hombres dejan de creer en sus posibilidades, si dejan de soñar y de tener esperanza.
Lo que hace diferente a esta película es la posibilidad que tiene Bastian Baltasar Bux de involucrarse como un personaje más de la historia y convertirse en una parte vital de la trama al quedarse atrapado en ese mundo mágico donde habitan sorprendentes criaturas, como es el caso del emblemático Fújur, un dragón gigante con cabeza de perro que vuela. A medida que Bastian pide deseos, el mundo de fantasía se va recuperando, pero él va perdiendo la memoria de su vida real. Lo cual es aprovechado por una hechicera, Xaxide, que confunde al protagonista dando un giro a la historia.
En definitiva, un cúmulo de historias "interminables", que hacen que su legado sea inolvidable y que hoy se convierta en nuestro Hito del Cine. Una película que pone como protagonistas y héroes a los niños, que anima a no dejar nunca de creer e imaginar posibles mundos fantásticos y que quiere olvidar "la ciega desesperación que destruye este mundo".
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